sábado, 15 de março de 2014

"Como decía san Francisco"

    Ahora parece que al otoño se le acabó toda la timidez y está instalándose de frentón. ¡Qué frío hoy en la mañana!... Pero es el curso natural de las cosas, entonces lo único que nos queda por hacer es empezar a sacar la ropa más gruesa y poner una frazada en la cama. Ya volverán los días de sol y calor, pero el frío y la lluvia son necesarios, como ya dije... Entonces, ¡a prepararse una tacita de té con una sopaipilla calientita!
    Y para acompañar esta colación, aquí va la crónica de la semana.


    Paso por ellos casi todos los días. Desde lejos los diviso serpenteando por el sendero de arenilla de la plaza: el hombre más viejo empujando el carrito cubierto con una lona verde (por lo que todavía no he conseguido descubrir qué es lo que venden) y la mujer ciega a su lado, agarrada de la manilla. Siempre vienen conversando animadamente, ella con los ojos verdes perdidos en la nada y el hombre con expresión seria, preocupado para que no tengan ningún accidente. En la mitad del recorrido dan una paradita y él se sienta en un banco para descansar por algunos momentos. Ella se acomoda a su lado, sin dejar de hablar, con aquella especie de sonrisa vacía estampada en la rostro de media edad, piel blanca, cabellos ondulados y rebeldes que empiezan a blanquear. No sé si son padre e hija, amigos, marido y mujer o tan sólo socios, pero me gusta ver cómo él la cuida y la acompaña a pesar a pesar del evidente esfuerzo que debe desplegar para hacerlo. Tampoco sé en qué calle o esquina tienen su puesto, ni si permanecen el día entero allí o tienen un horario para volver a casa... Los encuentro solamente en este tramo de mi caminada. Después desaparecen entre la multitud y sólo volveré a verlos mañana, en la misma cuadra, a la misma hora...
    Y continúa a llamarme la atención cómo estas personas -los trabajadores pobres, principalmente los ambulantes- se ayudan mutuamente, cómo son esforzados y creativos. Sé que la necesidad los empuja a no desistir, a encarar el frío, el calor, la lluvia, la enfermedad y la intemperie cada día, pero de todos modos es conmovedor observar cómo son solidarios y se mantienen animados e pesar de todas las dificultades que con certeza enfrentan  cada día. El que tiene más lo comparte con el que no tiene y el que no tiene un producto le indica al cliente a aquel que lo tiene para que no se pierda la venta, seguro de que el favor le será devuelto. Y, efectivamente, así sucede. Yo lo he visto.
    Esta gente mantiene una especie de sociedad paralela en la cual unos cuidan de los otros sin recelos ni cobranzas, comparten, socializan, se ayudan como pueden. Viéndolos así, parece que no cultivan envidia ni celos unos de los otros, mostrándose más bien unidos en un común y gigantesco esfuerzo para una mejoría general, porque parece que si uno prospera, todos lo harán. No tengo nada contra quienes tienen más, pero a veces me da la sensación de que éstos podrían aprender alguna cosa de esta gente menos afortunada porque, desgraciadamente, parece que uno se pone mezquino y egoísta cuando le va bien y le empieza a crecer esa sensación de que si comparte o reparte, su riqueza y su poder se van a acabar, que le va a faltar algo en algún momento, que se va a arrepentir, que nunca más van a parar de pedirle, que se van a aprovechar de su buena voluntad... La verdad es que, como decía san Francisco, cuanto más se tiene, más se preocupa uno en preservar, en aumentar, en guardar, en acumular y esconder para que nadie le venga a pedir... Pero, ¿qué es lo que tanto cuidamos, en realidad? ¿Nuestra imagen? ¿El poder que las posesiones nos dan?¿El status que adquirimos? ¿Nuestra seguridad material? ¿El futuro de nuestra familia?¿Nuestro propio futuro?... Y una vez más viene a mi cabeza la pregunta que me persigue hace años: ¿Qué es lo que realmente importa?... Y más, ¿qué es vital para nosotros como seres humanos? ¿Lo que tenemos? ¿Lo que somos? ¿Lo que guardamos , o lo que damos? ¿Con cuánto nos sentiremos seguros y felices? ¿Existe realmente ese límite? ¿Y será que sabremos reconocerlo y respetarlo?...

Nenhum comentário:

Postar um comentário