terça-feira, 14 de dezembro de 2010

Cuando llueve

La semana pasada no tuve tiempo de postear la crónica por causa del maratón de presentaciones que tuvimos, pero como tuve el fin de semana libre porque dos de mis actores participaron de la presentación de fin de año de la escuela de ballet de la fundación, aproveché para publicar otro pedazo de la historia de Silvestre. Querría haberla publicado hasta el final, pero infelizmente no consigo digitar por mucho tiempo porque los brazos y las manos empiezan a dolerme -si esa reumatóloga no soluciona este problema, no sé qué hago!- entonces voy a tener que conformarme -y ustedes también- con ir publicándola en textos menores. Sólo espero que por causa de esto ustedes no pierdan el interés!... En todo caso, aviso que ya hay una parte nueva de "Silvestre" en el blog Historias (finalmente se encontró con Francisco) entonces puden pasar por allá para ver lo que sucedió. Y hoy, que estoy mejor gracias a un fabuloso relajante muscular, y que conseguí terminar los quehaceres domésticos más temprano y no voy a tener que hacer almuerzo porque dejé todo listo ayer aprovechando que vino la empleada, voy a postear la crónica de la semana pasada... Con la llegada de las vacaciones (salgo el dia 23!!!)  y la disminución del trabajo -ahora stoy solamente con una pierza corta que presentamos todos los días en la plaza- estoy super animada para retomar mi rutina literaria, mis meditaciones y las caminadas matinales, que tan bien le hacen a mi cuerpo y a mi espíritu. Sólo espero que nada me impida continuar con ellas!... Yo créo que buena parte de estos dolores y malestares puede ser debida al stress normal de fin de año y a la tremenda preocupación con mi madre, que está con la salud muy debilitada, inernada en un hospital y respirando por tubos. En realidad, estoy esperando a cualquier momento una llamada de mi hermana que vive en Chile para comunicarme su fallecimento porque, según ella dice, nuestra madre no parece capaz de recuperarse de esta última infección, entonces... No es fácil, créanme. Cada vez que el teléfono toca, el corazón se me sale por la boca!... Sin embargo, mi consuelo es saber que, cuando ella se vaya, irá para un lugar mejor. Nadie merece sufrir lo que ella está sufriendo!... Con certeza, uno no tiene miedo de la muerte en sí, sino del proceso por el que se pasa hasta llegar allá, que a veces puede ser muy cruel  y angustioso. No sé si existe algún medio de transformarlo en algo más fácil, menos asustador y doloroso  espiritual y físicamente, pero si él existe, debería sernos enseñado... O será que cada uno debe encontrar su própia manera de dejar esta vida? Y de qué depende este descubrimiento? De la fé? De la experiencia? Del coraje? Del carma? De la misericordia divina? De la docilidad?... Bueno, créo que estas preguntas serán respondidas solamente cuando lleguemos allá. Sólo espero que todos -o por lo menos la mayor cantidad de nosotros- consiga hacer esta pasaje de una manera serena y optimista.
    Y ahora, dejando de lado estas conversaciones morbosas -mas inevitables cuando se tiene a alguien cercano a las puertas de la muerte- vamos a la crónica de la semana pasada.


    Es curioso como los pájaros cantan cuando llueve. Mientras el mundo corre a esconderse de la lluvia y las calles se quedan silenciosas y quietas, si prestamos atención, entre el gotear rítmico y a veces aturdidor o hasta asustador, podemos oír a las palomas arrullando, a los zorzales y gorriones gorjeando en los árboles, como celebrando el día ceniciento y húmedo.... Siempre me desconcertó su actitud, porque días lluviosos siempre están asociados a tristeza, luto, pérdidas y vacíos... Sin embrago, escuchando los trinos imperturbables de las aves en el árbol de mi jardín, llego a la conclusión de que, tal vez, a través de ellas, Dios esté queriendo decirnos alguna cosa. Es como si nos mostraran que, a pesar del frío y del água escurriendo por las veredas, muros y tejados, aún hay que alegrarse y agradecer; parece que con sus voces nos dicen que todo vale la pena, que en todo existe una bendición, que no debemos dejar de sentirnos felices y agradecidos porque todo, desde el sol recalcitrante a la lluvia torrencial, es milagro, es regalo,  y tiene que ser vivido y aprovechado, pues todo trae su lección, su mensaje. Los pájaros no se esconden ni se entristecen cuando llueve, cuando las nubes cubren el sol o cuando la noche cae. Al contrario, parece que es en estas ocasiones que cantan más alto, con más alegría y virtuosismo, mandando su recado de bienaventuranza y optimismo al mundo y a nosotros, los seres humanos desencantados y cansados, resentidos y escépticos... Entonces, a pesar de debilitados, angustiados e impacientes por todos los disgustos que puedan afligirnos, aún debemos ser capaces de mantener la fé y el coraje. Mismo cuando el cielo está cerrado y parece que un diluvio va a inundar e mundo, tenemos que hacer el esfuerzo y mantenernos capaces de escuchar y comprender el mensaje de Dios a través de sus aves, sabiendo que ella no es dirigida solamente a nosotros, sino a todos los que tienen el corazón abierto y dócil a las lecciones que El nos enseña a través de todo lo que nos rodea. No importa cuán desolados, abandonados, asustados,  heridos o fracasados nos sintamos, si miramos con cuidado a nuestro alrededor, siempre encontraremos un mensaje de aliento, una señal de optimismo, una luz que brillará y disipará las sombras en que nos encontramos. Es solamente no permitir que la oscuridad tome cuenta de nuestra alma, abrir bien los ojos y el espíritu y sacudir con fuerza y perseverancia las sombras de nuestros hombros que éstas, infaliblemente,  terminarán por alejarse.
    Me vá a encantar cuando consiga ser como los pájaros que cantan cuando la lluvia se precipita de los cielos! Sé que entonces nada más va a conseguir afectarme de verdad.

Um comentário:

  1. Cara Moniciris:
    Sólo algunas palabras desde el distante Brasil para agradecerte por ser una de las seguidoras de este blog. Espero que losmtextos te sirvan de inspiració, consuelo o que, por lo menos, te diviertan. Un abrazo
    PAZ

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