segunda-feira, 13 de abril de 2009

Aquella fotografía

Aconteció algo muy desagradable el sábado, cuando fuí publicar esta crónica: me apareció uno de aquellos letreritos demoníacos diciendo que había cometido algún tipo de acto ilegal o algo parecido y la crónica no fué publicada, quedando solamente el título... Completamente ridículo!... Otras veces ya me apareció ese aviso, pero la crónica fué publicada de todas maneras. Bueno, espero que hoy no suceda nada y que pueda postear el texto sin problemas. Entonces, allá vamos:

Otras dos sugestiones inteligentes de mi hermana: comunicar a los lectores del blog en español, que tengo otro en portugués con las mismas crónicas y publicar las crónicas que ya aparecieron en la Folha de Londrina, ya que quien está en Miami, República Dominicana o Manaus no las leyó todavía porque el diario no llega allá. En realidad, ya posteé dos de las que fueron publicadas en el diario, pero pienso que es bueno publicar las demás también, así los lectores no pierden ninguna... Bueno, estoy percibiendo que voy a tener que nombrar a mi hermana como mi relaciones públicas y mi agente, porque sólo a ella se le ocurren estas cosas que hacen que mi trabajo séa más divulgado. Ahora, tengo que confesar que, en realidad, siempre tuve unos tremendos problemas de creatividad cuando se trataba de "estrategias de marketing" porque siempre me dediqué tan solamente a crear. En la Fundación había personas encargadas de este departamento, entonces nunca tuve que gastar tiempo calentandome la mollera con estas cosas. Ahora, por suerte, tengo a mi hermana (A propósito, su nombre es Sofía y también escribe; sólo le falta decidirse a publicar sus textos, que son muy buenos) para preocuparse de esto... Créo que, como dice Paulo Coelho, el universo conspira para que las cosas funcionen cuando somos fieles a nuestros dones, a nuestra misión en esta vida y a nuestros sueños. El pone en nuestro camino todo lo que necesitamos para que seamos capaces de colocar en movimiento las energías que harán posible que nuestros objetivos se realicen... Sin embargo, hay una cosa: tan solamente nosotros podemos hacer esto, es una decisión nuestra y de nadie más, y las fuerzas que podemos mover a nuestro favor son exclusivamente nuestras, hechas para nosotros, entonces, si no hacemos nada, se quedarán estacionadas, inútiles, desperdiciadas en los planes de Dios y en la historia que nos corresponde vivir por causa de su movimiento... Entonces, qué tal abrir los ojos y tratar de percibir lo que nos rodea como un medio de desenvolver y alcanzar nuestros deseos? Está todo allí, sólo hay que tomarlo, y es gratis! Lo que nos pertenece nadie más podrá aprovechar, sin embargo, si no lo tomamos, nuestra existencia se transformará en una infinidad absurda de milagros dejados de lado y despreciados, y eso sería una inmensa ingratitud!... Y hablando de lo que el destino nos ofrece, aquí vá la crónica de esta semana (de nuevo!):

Siempre me llamó la atención el hecho de que sólo caemos en la cuenta de que estamos envejeciendo cuando, hojeando los álbums de familia, de repente nos encontramos con una foto de algunos años atrás y tomamos un tremendo susto, pues es casi como estar mirando a un desconocido, a una flor recién abierta y llena de vigor y esplendor... Y ahí se me ocurre la pregunta: por qué será que en nuestra rutina diaria el espejo no nos avisa sobre esta realidad, permitiendo que veamos una imagen más mental que física? Es como si poseyera alguna especie de magia que hace que no notemos ninguna mudanza en nuestro aspecto mientras nos pintamos la boca en la mañana o al darle una ojeada a nuestra vestimenta antes de salir para trabajar, mientras nos lavamos los dientes o depilamos las cejas en la ventana del cuarto. De la misma forma, cuando encontramos personas que no veíamos hacía tiempo, sufrimos un verdadero choque con su mudanza -a veces para peor, a veces para mejor- pero ni siquiera se nos pasa por la cabeza preguntarnos si ellas también no se llevaron un susto cuando nos vieron, tanta es la certeza de nuestra inmutabilidad. Curiosamente, la edad parece reflejarse en los otros, en el paisaje, en la moda, el lenguaje y en los avances tecnológicos, pero no en nuestra propia apariencia o desempeño. De alguna forma, estos parecen haber parado en el tiempo, impidiendo que nos demos cuenta de su avance inexorable... Las señales están por todas partes, pero nosotros preferimos ignorarlas y no impresionarnos cuando encontramos en la calle a un alumno que estuvo con nosotros una vez y hoy pasa manejando un automóvil, o empujando un cochecito de bebé o, vestido de terno y corbata, nos atiende desde detrás de un escritorio en el banco. Vemos las paredes descascarandose, los árboles extendiendo sus ramas, los edificios irguiéndose en dirección al cielo, los bebés naciendo, los adolescentes dejando las rebeldías para atrás y graduandose en la universidad, las novedades apareciendo sin parar, los números del calendario yendo hacia adelante y, mismo así, no tenemos real consciencia de que nuestro tiempo está pasando, de que estamos viviendolo, de que se está acabando. Las arrugas y las canas, el andar más lento y arrastrado y los achaques quedan para los otros, pues nosotros parecemos vivir en un perenne estado de juventud, como Dorian Gray, y nada consigue traernos a la realidad... a no ser aquella fotografía olvidada en un álbum, cruel, insobornable, inmutable. Entonces, corremos hasta el espejo -ese gran mentiroso- y miramos la imagen actual para comprobar los estragos que el tiempo ocasionó a partir de aquella otra, y toda nuestra historia transcurre delante de nosotros, dejando sus marcas, éstas que forman nuestras facciones hoy y que son llenas de significado, de lecciones, de experiencias buenas y malas, de victorias y fracasos, de regalos y pérdidas... Años de vida. El tiempo paró en esa fotografía, pero continuó corriendo para nosotros, dándonos y quitándonos lo que merecimos, conduciendonos rumbo a lo inexorable... ¿Es triste constatar este hecho? O es gratificante encontrarse con esta imagen de hoy, sabiendo lo que cada arruga y cada cabello blanco significan? La vejez, buena o mala, no es tan sólo consecuencia del transcurso del tiempo o de una decadencia natural, sino de nuestra historia, de nuestras acciones, de nuestras opciones y pensamientos, de nuestra fidelidad a los dones que nos fueron otorgados, del optimismo, de la felicidad vivida y compartida. Pero, principalmente, del amor.

Nenhum comentário:

Postar um comentário