segunda-feira, 9 de fevereiro de 2009

La artista

Bueno, y parece que mi famosa foto había desaparecido solamente en mi computador y en el de mi hijo, porque anduve hablando con algunos de mis lectores y todos me dijeron que la foto estaba allí... Bueno, quién entiende los caprichos de un computador viejo, pero fiel? En todo caso, le voy a pedir a mi hijo que me la ponga de nuevo en el mío, sólo para no me olvidar de mi cara...
Y como todavía no me derretí con todo este calor (36°, créanlo o no!), aquí vá la crónica de esta semana:
"Todas las veces que paso frente a aquella casita de madera pintada de verde bandera, vieja y maltratada, disminuyo la marcha para darle una larga ojeada, pues casi siempre hay alguna novedad que me encanta, séa en el jardín, en el pórtico, las ventanas o los maceteros de la área delantera. La familia se mudó hace más de un año, el padre es camionero y la mujer con los dos hijos, el perro, los patos y las gallinas pasan solos buena parte del tiempo por causa de ello. Créo que es por eso que ella tiene tiempo y disposición para dedicarse a la casa de la manera en que lo hace. Porque todo ese arte es obra suya, y yo soy testigo.
Cuando se mudaron, la casa estaba totalmente abandonada, los vidrios quebrados, sólo piedras y tierra en el jardín y algunos árboles salvajes en el fondo, junto con los restos de un horno de ladrillo. Tejas fuera de lugar, maleza alta en la entrada, un pórtico desmoronandose de a poco, reja chueca y enmohecida, baldosas partidas, pintura descascada... En fin, una ruina que desanimaria a cualquiera... No obstante, -y con certeza porque no podían pagar nada mejor- la familia, valientemente, tomó pose de la morada y, al pasar el tiempo, empezaron a notarse las pequeñas y metódicas mudanzas que fueron transformandola: un día, la mujer sentada en el cemento trizado del minúsculo garage pintando de blanco los maceteros y las piedras mas grandes que estaban desparramadas por todo el terreno. Otro día, ella arreglando las mismas piedras alrededor de los dos cuadrados que formaban el jardín del frente. Otro día, colgando helechos en las vigas del pórtico y más tarde un mensajero de viento con pájaros de vidrio transparente. Después, bajo un sol calcinante, arrodillada en la tierra plantando mudas de arbusto amarillo y cardenal. Al atardecer cargando enormes ramas del patio trasero hasta el sitio vacio en la vereda del frente. Más tarde construyendo una original cerca de redes de plástico de un naranja luminoso para mantener a los patos y las gallinas a salvo de los arranques de cazador del perro... Y así cada día, cada semana, cada mes. Poco a poco y con una perseverancia e imaginación admirables cosió cortinas y alfombras, cambió los vidrios, enderezó las tejas, le dió una nueva mano de pintura a las paredes de madera carcomida, plantó una variedad impresionante de flores coloridas y perfumadas en los canteros que ella misma cavó y cercó de piedras blancas y esparció algunos adornos de yeso -sapos, conejos, garzas y araras brillantemente coloreados- cubrió la tierra roja y suelta con piedrillas y plantó una docena de rosas enanas junto al muro de ladrillos que la separaba del vecino.... Y así, estaba todo el tiempo mejorando, inventando, arreglando, adornando, como una artista que nunca está satisfecha con su trabajo.
Curiosamente, su aspecto es el de una persona ruda y de facciones toscas, cabello siempre despeinado e ropa vieja, condoritos gastados y manos gruesas y llenas de callos. Tiene una voz gruesa y estentórea, que utiliza sin miedo para mantener a los hijos, al marido y al perro en la línea; la piel quemada por el sol parece desconocer totalmente cualquier tipo de maquillaje y a pesar de poseér un bello par de ojos verdes y rasgados su mirada es dura y desconfiada, sus gestos medio bruscos y sin gracia, como si estuviera defendiendo algún tipo de territorio vital. A veces me saluda -cuando está de buen humor, supongo- y esto sólo después del día en que paré para elogiar su pequeña obra de arte. Entonces se mostró toda orgullosa y sonrió tímidamente, pero sin encararme. Sin embargo, eso no significó de manera alguna el comienzo de algún tipo de amistad u obligación de entablar una conversación cada vez que nos encontrásemos... Cuando esto ocurre, ella está generalmente ocupada en alguna taréa para hermosear todavía más el lugar, entonces não tengo mucha oportunidad de interrumpirla para conversar.
Una cosa que encuentro interesante es que no sale por ahí comprando cosas caras o rebuscadas para ejecutar sus reformas. Al contrario, usa neumáticos, latas, maceteros y plantas vulgares, adornos baratos, piedras y restos de baldosa, pero hace todo con tanto esmero y buen gusto que la modesta casita, casi arruinada, se convirtió en un primor que dá gusto mirar. La aparente falta de sensibilidad de esta artista engaña, pues no parece ser capaz de haber creado ese pequeño paraíso que encanta a nuestros ojos y esconde la miseria de su castillo.
De alguna forma, ella me recuerda a mí misma en su empeño constante de hermosear el ambiente en el que vive, no solamente para ella misma, sino también para los que están cerca... Y es realmente un placer pasar delante de su casita floreada y adornada, que vió transformada su ruina y falta de opciones en una explosión de colores y formas nacidas de la voluntad ruda y optimista, creadora y perseverante -quizás cuántas veces provada a lo largo de su vida- de esta mujer que, al final de cuentas, é una artista completa."

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