sábado, 20 de julho de 2019

"El botón mágico"

    Todas las personas que están enfermas de alguna cosa seria -física o psicológicamente- tienen siempre ese momento de casi derrota en el cual se preguntan: "¿Y cuándo diablos se va a terminar esto? ¿Cuándo voy a sanar y volver a vivir normalmente, en paz y feliz?"... Y ninguna respuesta aparece, a no ser la que el médico les da, que es una receta, un tratamiento, consejos, dietas, nuevas consultas, visitas a otros médicos. Y ahí, en medio de este mar de información que de repente nos parece absolutamente ineficiente, nos decimos, entre enojados, frustrados y asustados: "¿Que no existe un botoncito mágico que se pueda apretar y que nos cure instantáneamente?"... A veces yo me lo pregunto cuando salgo de mi sesión con la psicóloga y llego a casa, o entonces cuando estoy en un mal día. Por qué a veces los procesos de sanación se demoran tanto y pueden ser tan tortuosos y dolorosos. Por qué cuando uno descubre las raíces no se produce inmediatamente el regreso del equilibrio, la paz y la felicidad. Por qué hay que luchar tantas batallas y escarbar tanto.. Bueno, creo que todo esto no depende exacta y solamente del médico, sino más de nosotros mismos. Porque el médico te da las herramientas  (la receta, la dieta, los consejos) pero quienes tenemos que usarlas y hacerlas efectivas somos sola y únicamente nosotros. A unos nos cuesta más, pues tenemos actitudes, hábitos o traumas cristalizados y muy enterrados por el paso del tiempo, que son difíciles de encarar, revivir y dejar atrás, pues nos aferramos a ellos por temor, por no salir de nuestra zona de confort. Aquello que dicen: "Más vale diablo conocido que ángel por conocer"... Son difíciles de descubrir, de desenredar, de entender, pero esto no los torna súper villanos imposibles de derrotar, mismo si a veces nos lo pueden parecer. Si realmente deseamos reencontrarnos y vivir libres y normales es esto lo que tenemos que hacer, no importa cuánto demore ni cuánto nos cueste o nos duela. Crecer y cambiar duele, a veces sangra, pero al final vale la pena, con certeza. Si no crecemos, no cambiamos, no aportamos, no nos desarrollamos, no cumplimos nuestro destino, nos morimos antes de tiempo.
    Por eso hay que continuar apretando ese botón mágico, hay que usar todas las herramientas que se nos ofrecen, mantenerse conectado, atento, fuerte, consciente, optimista y valiente. Porque si bien puede darnos miedo el cambio, la ruptura de viejos y malos hábitos, rutinas y obsesiones, creo que es más aterrador quedarse así y vivir lo que nos queda sumidos en el miedo, la duda y el sufrimiento. Hay que hablar, hay que entender, hay que aprender y, sobre todo, hay que atreverse.

Nenhum comentário:

Postar um comentário