domingo, 10 de janeiro de 2016

"El guión de cada día"

    ¡Antes de que yo me olvide, no se olviden ustedes de que hoy hay cuentos nuevos en pazaldunate-historias.blogspot.com!...
     Y dicho esto, aquí vamos con la crónica de esta semana, que termina llena de expectativas positivas, un estómago "milagrosamente" casi curado (¡oh, el poder de la mente!) y más expectativas positivas para la semana que viene... Porque no hay nada que pague el tener alguien con quien conversar abiertamente, sin recelos ni vergüenzas, sólo para desahogar el corazón y la mente y encontrar salidas para nuestros conflictos. Y si esta persona es un profesional, ¡mejor entonces!... No es necesario estar loco para ir a visitar a un psicólogo, eso es prejuicio retrógrado. Basta darnos cuenta de que hay alguna cosa que no estamos consiguiendo resolver y que está minando nuestra felicidad y realización y que necesitamos ayuda para salir adelante. Para eso sí hay que tener valor. Hacerse el leso no es ninguna solución, porque podemos esquivar la angustia, pero tarde o temprano ella regresará, más fuerte porque no ha sido encarada y resuelta, y así viviremos en una eterna montaña rusa de falsa felicidad  y tranquilidad invariablemente seguidas por días de miedo e inseguridad... Y, francamente, vivir así no vale la pena, ¿no encuentran?...


    Levantarse a la misma hora todos los días -incluyendo el fin de semana, feriados y vacaciones- hacer el desayuno, tomarlo, salir a hacer ejercicio, a dejar a los niños al colegio. Hacer el aseo, ir al mercado, lavar la ropa, la loza. Preparar el almuerzo, poner la mesa, ir a buscar a los niños. Ir a la peluquería, al médico, a la misa, a la feria, a la panadería, al mercado... Todos los días. Una vez por semana. Una vez al mes... Rutina implacable, aplastante, tirana, pero sin la cual nuestra vida simplemente no funcionaría. Tormento necesario. ¿Quién no la tiene? Por más desprejuicioso, despreocupado y libre que sea, siempre existirá un ritual que cumplir, pues algunos de ellos aseguran nuestra supervivencia.
    Sin embargo, también es imprescindible para esta supervivencia -sobre todo psicológica y espiritual- que nos reservemos algún tiempo para salir de la rutina, para quebrarla y sorprender a nuestros sentidos. Pero no es necesario que este escape sea algo extremo o exagerado, un acontecimiento radicalmente fuera de nuestros patrones. No, nuestro corazón y nuestra mente se conformarán y agradecerán pequeños cambios, modestas y placenteras variaciones al guión de cada día: una caminata por un lugar diferente, una buena lectura, un helado, un juego, una conversación, un tiempo para la belleza, compras, cine, comida, reflexión. Tiempo sin presión, sin obligación. Tiempo para darse cuenta de que se está haciendo algo diferente, para disfrutarlo, para tomar consciencia de que es posible, de que lo merecemos, de que nos hace bien y que no va a descalabrar esa rutina en la cual somos obligados a vivir. Al contrario, la volverá más soportable, menos asfixiante.
    Saber que tenemos la oportunidad y el derecho de escaparnos de ella cuando lo deseemos con certeza nos hará enfrentar cada día con nuevos bríos y buscar las formas de hacerlo aguzará nuestra creatividad y buen humor, nuestra capacidad de disfrutar de las cosas y nuestra sensación de gratitud hacia todo y todos los que nos rodean, ya que es de ellos que obtendremos ese momento diferente de paz, felicidad y placer.

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