sábado, 7 de março de 2015

"Distraído"

    Bueno, si las cosas salen como esperamos y a mi hija la pasan para que trabaje durante la semana en el canal de televisión y no más solamente los fines de semana y feriados voy a tener que acostumbrarme a pasar mucho tiempo sola en el departamento, acompañada solamente por las perritas... ¿Es algún tipo de entrenamiento para el futuro?... Tal vez, porque los hijos se van y uno tiene que aceptarlo y empezar a llevar un nuevo tipo de vida. Bueno, es positivo que acontezcan cambios en nuestra existencia, sino sería una completa lata, ¿no es verdad?... Menos mal que tengo un mundo propio e independiente en el cual realizar cosas, no estoy pegada a las faldas de mi hija, entonces creo que no será tan malo. La cosa es acostumbrarse y no parar porque los hijos se van. ¡La vida continúa, siempre, y hay que celebrarla!

    Es divertido darse cuenta de cómo uno vive distraído. Generalmente anda por la calle acelerado, medio volado, como si la prisa y la indiferencia de los demás fuera contagiosa, como si fuera algún tipo de obligación que anduviéramos por ahí como zombies o robots, sin darnos cuenta de nada. Podemos pasar mil veces por un lugar y nunca darnos cuenta de sus detalles (de qué color está pintado, cómo es la puerta, si tiene escalera o plantas, cortinas, balcones...) porque estamos avocados a nuestro propósito primario, el que nos lleva a salir y desplazarnos hacia otro lugar, y parece que no tenemos espacio ni tiempo para nada más... Y hablo de esto porque acabó de pasarme.
    Vivo aquí hace un año meses y ya me conozco el barrio y todos sus encantos bastante bien. Me encanta salir por ahí y disfrutar de su arquitectura patrimonial al lado de la moderna, de su gente, sus plazas, su movimiento, sus rutinas. Conozco sus rincones y características, sus sonidos y olores... Bueno, eso creía yo. Porque el otro día, ya al final del paseo con las perritas, bastante cansadas, pasamos delante de la puerta de entrada de un edificio que en el primer piso está lleno de tiendas de máquinas de coser y bazares y cuya entrada es una modesta puerta de madera trabajada con dibujos presuntamente orientales, a través de la cual se divisa el pequeño mesón del conserje y una alfombra con un par de sillones viejos... En ese momento, la bonita y algo exótica puerta se abrió y salieron dos personas -a quienes ya había visto antes- al mismo tiempo en que escuché el chirrido de una ventana abriéndose encima de mí. Levanté la cabeza y me encontré con el torso de un joven que se asomaba a la calle mientras fumaba. Una cortina color salmón ondeaba a su espalda y las hojas de una planta se asomaban en una esquina de la ventana. Admito que en el primer momento me sorprendió mucho verlo allí encima, pues mi consciencia de ese edificio sólo llegaba hasta hasta la entrada y su puerta exótica y las tiendas de máquinas de coser, pero de repente me di cuenta de que aquellas personas que salían de él y el joven en la ventana efectivamente vivían allí. Había un segundo, tercer, cuarto y quinto pisos con departamentos en los cuales residían familias, jubilados, estudiantes, solteros, extranjeros... ¡Vivía gente allá arriba!... Levanté la vista, alejándome un tanto, y entonces empecé a ver cortinas, maceteros, cuadros, estantes y lámparas a través de las ventanas abiertas; cada una de ellas con su personalidad: vidrios sucios, parchados, limpios, con auto adhesivos, persianas, móviles. Paré (y las perras lo agradecieron, ciertamente) y me quedé un largo rato mirando hacia arriba, tomando consciencia de ese nuevo universo que hasta entonces ignorara, mismo corriendo riesgo de ser acusada de acosadora o de provocar algún pequeño tumulto debido a la curiosidad que podrían sentir los que pasaban con respecto a qué era lo que yo tanto miraba. Pero es que me sentía totalmente fascinada, pues estaba dándome cuenta de que siempre existe un entorno alrededor de nuestros lugares conocidos (panadería, farmacia, mercado, consultorio) y nuestras acciones. En todo existe un "todo" que no podemos ignorar, pues forma parte de la historia que estamos viviendo y presenciando. Por más individualistas que queramos o pretendamos ser, construimos las cosas  de tal forma que terminamos todos conectados y nos tornamos inseparables.
    Irónico, ¿no?...

Nenhum comentário:

Postar um comentário