sábado, 14 de fevereiro de 2015

"Sé que estás ahí"

    El calor nos ha dado una tregua hoy día -si 33° se puede llamar de tregua, pero como ayer hicieron 37°...- y hasta corre una suave brisa por las calles, como si el verano estuviera queriendo disculparse por hacernos derretir. Pero verano es así mismo, entonces se le disculpa, porque es su temperatura y sus cielos azules lo que llaman a las vacaciones, las piscinas, las montañas y el delicioso descanso, la diversión en familia, las ensaladas y los helados, los shorts, los condoritos y las camisetas... Entonces, el calor vale la pena, desde que no sea exagerado. Y aquí hay que aprovecharlo bien porque no dura mucho. Luego llega el otoño y el invierno, que parecen no acabar nunca más, y ahí estaremos echando de menos estos días luminosos y calientes... Bueno, así es en los países no tropicales, pero yo lo prefiero, porque 38 grados con 90% de humedad... ¡Nadie se lo merece!.
    Voy a aprovechar la amable tregua y voy a postar ya las crónicas de hoy, antes de que la cosa suba de temperatura y me quede pegada en la silla. ¡Estoy pareciendo una lapa!...


    Aprendí de mi madre que hay que tratar bien a las personas, que hay que animarlas y elogiarlas, pero no falsamente, porque tarde o temprano ellas se dan cuenta de esta mentira y terminan viéndonos como a hipócritas. Hay que buscar sinceramente el detalle, el gesto, la gracia, hay que observar con amorosa atención al otro para descubrir lo bueno, lo positivo, lo necesario. Todos necesitamos ser bien tratados, ser notados y llevados en cuenta. Necesitamos saber que nuestros rasgos positivos trasparecen y son valorados, sean físicos o espirituales. Debemos recordar que a veces un encuentro, algunas palabras o un gesto son capaces de cambiar la vida de alguien. ¿Y si somos nosotros los portadores de ese cambio? ¿Y si es nuestra palabra gentil y solidaria, nuestro gesto desinteresado, nuestra sonrisa o nuestra empatía y elogio lo que salva el día de otro?... Ningún encuentro debe ser desperdiciado, pues todos son como pequeñas misiones que tenemos que cumplir -o ayudar al otro a cumplir- pequeñas lecciones que debemos aprender o enseñar. Es sólo buscar en nuestro corazón la misericordia, la bondad, la solidaridad, la honesta empatía con el otro y nuestro gesto será sincero y tendrá efecto.
    Hay que tratar bien a las personas, no sólo porque le hace bien a ellas, sino a nosotros también, y practicando esto cada vez que nos encontramos con alguien, se volverá natural y fácil, pues nos enseñará a detenernos un poco y a prestar atención en lo -y los- que nos rodea, a salir de nuestra concha, en la cual podemos estar ahogándonos y volviéndonos ciegos y sordos, egocéntricos, y a ocuparnos y preocuparnos de otras personas y situaciones, a alejarnos de nuestro ombligo y contemplar nuestros problemas desde un nuevo ángulo, una perspectiva que nos obliga a la comparación y reevaluación, a la renovación y repostulación delante de la vida y los desafíos que nos impone.
    Tratar bien es decir: "Sé que estás ahí y me importas". Y demostrarlo. Esto, en los días de hoy, llenos de prisa, competencia y recelo, de lejanía e internet, es algo que no tiene precio y puede transformar mucha cosa, pues nos mantiene humanos, en contacto, cercanos, cálidos.

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