sábado, 18 de outubro de 2014

"Muñecos de cera"

    Todo puede cambiarse, detenerse, desviarse, controlarse, menos el tiempo. Una avalancha para, el fuego se extingue, el dolor pasa, la herida cicatriza, la inundación seca, pero al tiempo nada lo detiene. Es inflexible, indiferente, ingobernable. Creo que es lo único que el ser humano jamás conseguirá domeñar y manejar a su antojo, pues él viene y se va, tiene sus propias reglas y somos nosotros quienes debemos adaptarnos a ellas, porque es como un río; estamos en sus aguas y no podemos escapar de su acción... Por eso, hay que vivir, no hay que perder el sueño, la creatividad, el coraje y la alegría por cosas que no son realmente importantes. Tenemos que aprovechar cada segundo, cada oportunidad, tenemos que librar todas nuestras batallas y celebrar nuestras victorias, no importa si son pequeñas. Todas son importantes y nos hacen más fuertes y mejores. Tenemos que dar y recibir, amar y ser amados, consolar y ser consolados, porque la moneda siempre tiene dos caras. Tiempo es oro, es un regalo que sólo recibimos una vez, por eso debemos valorarlo y usarlo de la mejor forma posible... Al final, todos iremos a dar al mar, pero nuestro recorrido en el río del tiempo es lo que hará la diferencia y dirá si nuestra vida valió la pena y dejó su marca.
    Y sin perder otro minuto, aquí va la crónica de esta semana.


    Sinceramente, no puedo dejar de espantarme al ver esta batalla insana que tanta gente ha entablado contra algo que no pueden evitar: la vejez. Pueden hacerse un millón de cirugías e implantes, estirarse y ponerse hilos de oro o titanio hasta parecer verdaderos monstruos, que el tiempo no se va a detener por eso y mucho menos volver atrás. El cuerpo y sus funciones continuarán deteriorándose no importa cuán estirada tengamos la piel. No se puede operar ni anular el proceso biológico natural de nuestra existencia. Nos pondremos viejos y moriremos, nos sacamos nada con rebelarnos o intentar engañarnos entrando y saliendo de pabellones quirúrgicos. ¡Cuántos casi monstruos andan por ahí para probarnos las aberraciones que pueden resultar de nuestra porfía y obsesión! Rostros desfigurados, facciones irreconocibles, exageraciones patéticas para tratar de mantener una falsa juventud y lozanía. Parejas más jóvenes, ropas ajustadas, escotadas, fiestas y excesos para demostrar que la cirugía que estiró el rostro operó el "milagro" de rejuvenecer todo lo demás... Pero cuando lleguen a los 80 -si consiguen hacerlo después de tantas excesos- mismo que esté pareciendo que tienen 20 o 30 años a costa de cirugías, van a tener el organismo cansado, desgastado, las fuerzas disminuidas y todos los achaques correspondientes a la edad que tienen y van a morir de igual forma, porque ni el mejor medico las hará escapar de este fato... Y lo peor es que habrán sacrificado toda la dignidad y la serenidad sólo para verse como muñecos de cera en un ataúd.

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