sábado, 4 de outubro de 2014

"El pasado donde pertenece"

    Puede demorar un tiempo, pero uno casi siempre termina dándose cuenta de que todo sucede por un motivo y que debemos saber esperar hasta que los ciclos se completen y estemos listos para una nueva etapa, otra lección, un paso más en nuestro camino. Lo que demore en transcurrir esta etapa va a depender de nosotros, de cómo nos tomamos la experiencia por la que estemos pasando para alcanzar ese nuevo período en nuestra vida. A veces nos ponemos nerviosos, nos angustiamos o enojamos porque las cosas no acontecen cuando y como lo deseamos, pero si dejamos que ellas sigan su curso, con el paso del tiempo y los acontecimientos, con certeza nos daremos cuenta del por qué de ese "atraso", de esos "inconvenientes", de la espera aparentemente injustificada... ¡Cuántas veces no me ha sucedido a mí misma!... Pero poco a poco, y con mucha fe y persistencia, estoy aprendiendo a respetar y acompañar el paso lógico y sabio del tiempo, no juzgándolo según mi pequeño punto de vista, sino con miras a un bien mayor, al aprendizaje y al crecimiento. Porque nosotros, como el tiempo, estamos siempre en movimiento, grande o pequeño, externo o interno, compartido o en soledad. Moverse es vivir.


    ¡Que linda y emocionante es esa parte de la película de dibujos animados "Up", en la que el protagonista, un anciano cascarrabias y porfiado, encerrado en su pequeño y solitario mundo se da cuenta de que, para poder hacer que su casa se eleve nuevamente y se mueva, llevada por aquella  multitud de globos coloridos, y así poder salvar al niño que lo acompaña en esta aventura- tiene que deshacerse de todo lo que hay dentro de ella, objetos que él ama y que compartió con su fallecida esposa, a quien amaba profundamente, y que son parte del pasado de ambos, que él intenta preservar a todo costo!... Se me llenaron los ojos de lágrimas cuando lo vi tirando para afuera sillones, lámparas, retratos, mesas... y dándose cuenta, feliz y emocionado, de que la casa empezaba a elevarse nuevamente... Dejar el pasado atrás, enfrentar el presente y toda su carga de novedad y superación, preocuparse de las personas que lo necesitaban ahora, de la vida que todavía le quedaba y aceptar todo lo que ésta podía aún ofrecerle no iba a robarle los recuerdos, las experiencias, las lecciones. Al contrario, era imprescindible para que su existencia continuara y diera frutos. No podía continuar preso al pasado...
    Cuando llegamos aquí yo no tenía idea de que también tendría que enfrentarme a esta situación. Pero poco a poco me fui dando cuenta -no sin pena y angustia- de que las cosas, lugares y personas de mi pasado, por más que las hubiera amado, y las amara todavía, tendrían que permanecer allí si yo quería seguir adelante. No era una retomada, sino un recomienzo, allí estaba la clave. Ni siquiera mi antiguo barrio, donde habíamos pensado irnos a vivir en un principio, pareció darme la bienvenida. Todo era extraño, se sentía lejano, como muerto, no me identificaba más con nada allí. Y lo mismo me sucedió con las personas (excepto tal vez con mis primos de Melipilla) y así me fui dando cuenta de que aquello de "empezar una nueva etapa" tenía mucho más sentido y era mucho más real de lo que suponía.
    No se trata, sin embargo, de dar vuelta la página y despreciar todo el pasado, pues si no fuera por todo lo que sucedió allí, no estaría aquí hoy, sino de dejarlo estar donde pertenece, aprovechando todo lo que aprendí en él, y seguir en frente para descubrir y disfrutar todo lo que la vida me tiene reservado de aquí en adelante. No será fácil, porque uno se apega mucho a lugares, objetos, personas y situaciones, pero estoy más que convencida de que este proceso va a valer la pena.
    Yo puedo estar envejeciendo, pero eso no quiere decir que quiero cosas viejas en mi vida. Al contrario, el encuentro y el abrazo de mi vejez con lo nuevo me va a renovar, a reinventar, y va a hacer que disfrute inmensamente más el tiempo que me queda.

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