sábado, 12 de julho de 2014

"La lista"

    Es bueno, cuando uno se pone demasiado nostálgica del pasado, sentarse y traerlo a la realidad, porque siempre se tiene la costumbre de idealizar, de adornar o hasta cambiar un poco aquello de lo que tenemos nostalgia, lo que sólo nos provoca dolor y frustración... Yo hice este ejercicio el otro día y al analizar y poner todo en la perspectiva de la realidad, resulta que me di cuenta, una vez más, de que aquello pertenecía al pasado, que me había enseñado mucho, pero que era imposible revivirlo o retomarlo. Todo había cambiado y también tenía su parte bastante negativa... Es que cuando uno está medio perdido o frustrado en el presente, tiende a buscar consuelo en épocas que -aparentemente- fueron mejores, sin darse cuenta de que todas ellas tienen su lado positivo y negativo, inclusive la presente que, en algún tiempo, con certeza se volverá ese pasado en el cual buscamos salidas... Pero el pasado está cerrado, los ciclos se han completado (por eso son pasado) las personas y las situaciones han cambiado... Entonces, bajo esa perspectiva, es mejor recordar en buena onda en vez de sufrir por no poder volver atrás. Es mejor traerse las lecciones a este presente y usarlas para convertirlo en algo que nos realice y nos deje felices y en paz.
    Lección aprendida (pero no prometo que no voy a volver a sentirme nostálgica de nuevo, sólo que ahora sé cómo lidiar con ello) vamos a lo que interesa: la crónica de esta semana. Aquí va:


    Le decía la psicóloga a la mujer que sufría de depresión, en un programa de televisión: "Cuando empieces a tener pensamientos negativos o a sentirte muy aproblemada, haz una lista con ellos en una hoja de papel y, al frente, escribe un pensamiento positivo que lo contrarreste o, entonces, una acción que solucione ese problema que te aflige"...
    Yo estaba desparramada en el sofá, pasando distraídamente de un canal a otro, pleno sábado en la tarde, cuando pasan juntas todas las películas y programas que uno ya vio durante la semana, y de repente me topé con este programa de tipo auto-ayuda. En general, no le doy mucha bola a esta clase de cosas (después de las cuales uno se pregunta: "¿Cómo diablos no se me ocurrió eso antes?") pero esta vez saqué el dedo del control remoto y me quedé viendo un poco y reflexionando... Y en realidad, aquello me pareció una estupenda estrategia para combatir no sólo la depresión sino también esos días en que uno se despierta atravesada y lo ve todo negro... La cosa, pensé, es poner para afuera todo lo que nos atormenta, enfrentarlo cara a cara -no importa cuánto miedo nos de- y tratar de encontrar una salida, una solución o, al menos, una manera de lidiar con ello de forma que no nos paralice. Ya sabemos que nada se consigue lamentándose -puede hacerse en el primer momento, pero uno no puede quedarse en eso- culpando al mundo, deprimiéndose o aterrándose. Tampoco vale agachar la cabeza y conformarse y hacerse la víctima. Todo esto sólo nos hunde más, nos cierra las puertas, nos aleja de quien puede ayudarnos, nos impide darnos cuenta de lo que nos está sucediendo y de reaccionar ante esto.
    Por ejemplo, yo misma: ¿Le tengo miedo a las hipoglicemias? Pues entonces ando con una bolsita de terrones de azúcar en la cartera. ¿No quiero tener más problemas estomacales? Hago una dieta sana, sin escapaditas. ¿Me atemoriza perderme en la calle? (soy terriblemente despistada) Bueno, esta ciudad está llena de gente a quien le puedo preguntar y de taxis que me pueden llevar a mi destino. ¿No tengo contactos aún para conseguir un espacio como cronista? Pues tengo mis blogs y la oportunidad de publicar mis crónicas en un diario en Brasil y así consigo que mucha gente las lea... Y así suma y sigue. Para cada cosa negativa hay que hacer el esfuerzo de encontrarle la contrapartida positiva. Es como aquel juego de Pollyanna y, por más ingenuo que parezca, puedo asegurarles que sí funciona y puede llegar a convertirse en un verdadero estilo de vida que nos llevará a descubrir que existe ni que sea una gota de felicidad en todo lo que nos sucede. Nos obliga a mantener la mente abierta y dispuesta en una dinámica que puede sacarle provecho a todas las situaciones. Puede ser que al principio nos cueste un poco y nos sintamos medio tontos, trabados, sin creatividad, pero con el tiempo y la práctica acabará resultándonos la cosa más natural del mundo y veremos que todo el esfuerzo y la perseverancia valieron la pena. No es que nunca más vamos a sentirnos infelices, pero por lo menos seremos capaces de encontrar una chispa de alegría mismo en medio de las mayores sombras. Y esto es algo que no tiene precio.

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