sexta-feira, 21 de junho de 2013

"La nueva diversión"

    Semana de conflictos y decisiones difíciles, algo de desánimo y menos inspiración.. Es duro cuando tienes demasiadas cosas en la cabeza... ¿Por qué los conflictos de familia tienen que ser tan difíciles?... Tal vez porque estamos demasiado involucrados con todas las partes, entonces el stress, el equilibrio y cualquier decisión se vuelven algo confusos, porque siempre se tiene miedo de errar y de lastimar a alguien mismo sin querer... Pero supongo que no se puede huir eternamente de los enfrentamientos necesarios para conquistar la libertad, la tranquilidad y la felicidad... ¡Coraje, entonces!...
    Y para olvidar un poco todo este embrollo, aquí va la de esta semana.
    "Es increíble cómo nos acostumbramos a vivir en espacios cada vez más pequeños. Fuimos reduciendo salas, terrazas, cuartos, baños y cocinas en pro de una mayor cantidad de personas viviendo en un mismo lugar. Y es curioso porque, en oposición a esto, las calles se hicieron más anchas y se multiplicaron, el número de barrios aumentó, la locomoción, las tiendas y mercados, las villas suburbanas. El espacio para que transitemos es mayor, sin embargo, aquel en el cual vivimos es minúsculo (tal vez porque pasamos más tiempo fuera que dentro de él, lo que lo hace parecer menos importante) estamos topándonos a cada momento, escuchamos la música, las discusiones y los telefonemas de nuestros vecinos. Nos enteramos de sus desacuerdos y de sus fiestas, sentimos el olor de lo que cocinan y escuchamos el tintineo de platos ollas y cubiertos. Estamos tan próximos que sabemos a qué horas despiertan y cuándo llegan a casa, cuáles son sus programas de televisión favoritos, su equipo de fútbol, su tipo de música, si están resfriados, si fueron al baño y tiraron la cadena... Las paredes son como papel, como la cáscara  de un huevo que tiene un par de ventanas y a veces una terraza minúscula que normalmente es usada para colgar ropa o amontonar cajas y plantas secas. ¡Claro!, ¿quién va a querer salir al balcón para disfrutar del aire fresco o del paisaje y en vez de eso encontrarse con el vecino del frente a diez o quince metros regando unos helechos medio secos, fumando o discutiendo al celular? Si se descorre la cortina puede verse todo el interior de la vivienda: sus tesoros, su desorden, sus actividades, al resto de la familia en una incómoda intimidad... No hay más privacidad, definitivamente, y yo creo que es justamente por eso que estamos volviéndonos tan desconfiados y hostiles, que vivimos tratando de alejarnos unos de los otros. Ya existe demasiada cercanía, demasiada invasión en nuestras propias moradas, cualquiera puede espiarnos y saber quiénes somos, lo que hacemos, a qué horas lo hacemos y cómo lo hacemos, lo que tenemos. No hay más jardines con  prados y terrazas con guardasoles, no hay ventanales hacia el cielo, no hay más silencio y tranquilidad de hogar, de reino conquistado. No, no somos más los señores de nuestros castillos, pues éstos fueron demolidos y reemplazados por habitaciones con paredes de vulcanita y puertas de compensado. Nuestros jardines son mezquinas terrazas desde las cuales soñamos volar y debemos ser siempre cuidadosos con lo que hacemos y decimos porque puede haber alguien más  observando o escuchando.
    Entonces, ¿cómo podemos vivir tranquilos y sentirnos cómodos si tenemos a todo instante esta sensación de pequeñez, de aprieto, de estar siendo espiados y juzgados por un montón de desconocidos? ¿Y cómo podemos evitar hacer lo mismo con ellos?... Pues parece que este es el hobby de moda en las grandes ciudades donde las personas se amontonan y se mezclan de esta manera. La televisión no basta con su estupidez. Ahora tenemos la vida de nuestros vecinos para ver y apostar.

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