sábado, 14 de maio de 2011

Creación

De nuevo, este será mi último final de semana libre durante algún tiempo, porque a partir de la semana que viene me espera otro maratón de presentaciones, ensayos y redacción de textos, eso fuera los horarios de aulas, claro... Menos mal que - como todo indica y según la promesa de mi jefe- este fin de mes van a realizar el maldito teste selectivo para poder contratar profesores y practicantes que puedan hacer que las cosas funcionen más fácilmente en la Fundación, porque con tan poca gente, estamos todos sobrecargados, estresados y corriendo sério riesgo de cometer algún error que perjudique el desarrollo de los proyectos. Entonces, créo que ahora la cosa es tener un poquito más de paciencia, ánimo e inspiración y esperar hasta fin de mes, porque la caballería vendrá a salvarnos!!
    Y aprovechando la tranqulidad que reina hoy en la mañana en casa (ya hice todo lo que necesitaba para poder sentarme aquí sin ningún sentimiento de culpa) y respirando hondo, aquí vá la crónica de esta semana. A propósito, anduve percibiendo que a veces soy medio filosófica demás para escribir y temo que algunas personas se queden con un punto de interrogación al leér los textos. A lo mejor debería escribir cosas más concretas, pero ustedes saben cómo es: la Inspiración es la dueña de mis palabras y cuando se le mete algo en la cabeza, no hay nada que la haga cambiar de idéa!... Entonces, vamos para nuestra cuota de filosofía de la semana.


    Hablo  de creación, un acto indivisible con la existencia, con nuestra humanidad, con la madurez, la sabiduría y a comunicación... El ser humano es un creador nato -a pesar de inconsciente de este hecho la mayor parte del tiempo- heredero de todos los medios para hacerlo, de todos los materiales y oportunidades. Creamos el tiempo entero, por cualquier motivo, con lo que tenemos a mano. Vivimos dando a luz, modelando, transformando, inventando mundos, situaciones y personajes que nos ayudan a crecer, a entender, a compartir y facilitar nuestra caminada. Creamos para nosotros mismos, para los otros, para el bien y para el mal, mas creamos... Y con el paso del tiempo y la experiencia en mi trabajo, estoy empezando a darme cuenta de que, en realidad, cada movimiento que realizamos contiene en sí mismo el ciclo, la energía y el poder de este proceso. La primera semilla toma forma, inicialmente, en nuestro espíritu, en nuestra voluntad, en el poder, en la posibilidad, en la expectativa. Se vuelve una decisión clara y en seguida una acción concreta, inmediata, con consecuencias, protagonistas, escenário, voz y gestos: el movimiento de la mente pasa al plano real. El alfa de la creación es la propia opción por crear, es de aquí que realmente partimos para cualquier empresa. En medio del acto de constante creación universal se encuentra el ser humano también creando -en este caso, su microcosmos- para así poder integrarse al movimiento, a la dinámica del macrocosmos en el cual está incluido. Quieramos o no, el hombre es una criatura profundamente ligada a la tierra, que necesita estar cerca del suelo que lo sostiene y le proporciona un espacio y un tiempo, participando activamente a lo largo de toda su caminada. Y como la tierra es la generadora, la creadora por excelencia, el hombre tiene que equipararse a ella para que ambos puedan sacar provecho da la cción de cada uno. La revelación de la existencia y sus orígenes yace en el ámago de ambos y para llegar a ella tienen que unirse, compartir y crear un mismo camino con un mismo fin. Esto puede significar una zambullida radical en el vacío y la desestructuración, pues ambos tendrán que sacrificar algo para que la unión se realice, pero en verdad, nada sería más natural que hombre y creación se fundiesen en una única expresión. Durante algunos instantes sería como el caos que precede a la creación lógica y ordenada, mas pasado este tiempo de aflicción y duda, de obscuridad y silencio, un nuevo mundo nos sería revelado y podríamos, dentro de su infinita diversidad, encontrar nuestro exacto lugar en la historia.

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