sábado, 14 de agosto de 2010

El monstruo dentro de nosotros

Bueno, por el momento, las cosas están volviendo a la tranquilidad usual, eso claro, descontando las travesuras que mis dos nuevas huéspedes cometen de vez en cuando y que me mantienen en constante estado de alerta... Saben, cuando la casa esta DEMASIADO silenciosa? Bueno, normalmente, eso significa que tengo que largar inmediatamente lo que estoy haciendo y recorrer la casa y el pátio para cerciorarme de que ninguna de ellas está comiendose mis orquídeas, colgandose de la colcha que está secando al sol, devorandose la punta de mi bota o jugando de jala-jala con mis medias de lana.... Es bien agotador, pero esas dos son tan adorables que normalmente mi enojo no dura mucho... El problema es que ellas ya se dieron cuenta de esto.
Y aprovechando este repentino mar de calma (las dos están tendidas en su alfombrita, bien atrás de mí, desmayadas después de tanto correr y saltar) voy a aprovechar para postear la crónica de esta semana. Tengo que aprovechar estos momentos para poner al día mis escritos porque cuando se despierten, mi tranquilidad va a desaparecer, con certeza... Entonces, aquí va:


Amar, ser verdadero, tener compasión, perdonar, actuar sabiamente, creér... Si lo pensamos bien, estas actitudes son completamente escandalosas, pues van contra casi todo lo que es practicado en esta sociedad moderna y, al mismo tiempo, se vuelven una paradoja porque siempre nos piden que seamos amorosos, honestos, compasivos, que perdonemos y actuemos con sabiduría, que tengamos una fé tan firme y fuerte como una roca. Entonces por qué, a pesar de todos los sermones y apelos, continuamos incapaces de demostrar estos sentimientos, de volverlos parte indispensable para nuestro bien vivir, de acogerlos, de expandirlos?... Pero ahí yo paro y me pregunto: mas será que tenemos al menos una noción elemental de qué es lo que seríam estas cualidades? Será que sabemos realmente cómo traerlas a la superficie, cómo hacerlas funcionar para que las cosas empiecen a cambiar dentro y fuera de nosotros? Será que conocemos los medios, las acciones, los pensamientos y sentimientos que nos llevarían a la práctica efectiva y constante de todas ellas?... Amor, verdad, compasión, perdón, fé, sabiduría, todo esto tiene que ver con existir, con ser y estar. Tiene que ver con la realidad, con nuestra rutina diaria, con lo que nos rodea, con lo que vemos y escuchamos, con las personas que encontramos, los pensamientos y sentimientos que tenemos, con las acciones que realizamos. Entonces, no basta sólo saber que debemos practicar estas cualidades, sino que tenemos que tener consciencia de que ellas se aplican a situaciones y personas reales, que son un ejercicio diario, que forman parte de nuestra escencia, a pesar de parecer que no tienen espacio en la sociedad actual. Mismo pudiendo escandalizar a muchos que prefieren el poder y la fortuna, la ambición y la brevedad de amores fugaces y llenos de condiciones, la realidad continúa siendo que la bondad, la verdad, el perdón, la fé, la compasión y la sabiduría (o por lo menos la búsqueda de ella) son los cimientos sobre los cuales podemos construir una humanidad verdadera, transformadora, justa y duradera, ya que este legado pasado de generación para generación, será capaz de, finalmente, detener la violencia y el egoísmo que nos asolan hace tanto tiempo.
Comprender la vida y sus dones nos lleva automáticamente a deseár y expandir el bien, la unión, la solidariedad, a buscar y compartir la felicidad y la paz, a luchar por un equilibrio, por la comunicación e interacción con todo lo que nos rodea. Así, poco a poco, nos volveremos sabios, y esto nos llevará a actuar con amor y honestidad, a perdonar, a fortalecer nuestra fé, a tener compasión y a querer no sólo nuestra propia felicidad, sino la de todos. Ahora, para que esto suceda, es imprescindible romper con todas las ilusiones que el miedo, la ambición y la ignorancia que nuestra cultura venera nos imponen, volviendonos esclavos de apariencias y reglas tiránicas que nos prometen amor y un lugar al sol. Pero, sobre todo, tenemos que parar de creér que dentro de nosotros habita algún tipo de monstruo que nunca vamos a conseguir dominar y que siempre nos llevará a actuar de forma errada, tenemos que dejar de creér que no existe perdón ni consuelo para nosotros, que no merecemos ser felices, que somos unos pecadores empedernidos, que vivimos una existencia demasiado breve como para desperdiciarla preocupandonos con asuntos espirituales. Tenemos que parar de creér que nuestra escencia está hecha de materia y que cuando ésta desaparece nada más resta. Tenemos que dejar de pensar que el bien es inútil, que el mal es demasiado poderoso y que somos demasiado pequeños e insignificantes como para que cualquier cosa que realicemos en pro del amor haga alguma diferencia. Tenemos que parar de pensar en nosotros mismos como en criaturas débiles y sin opciones, sin fuerzas para luchar y transformar lo que es necesario. Tenemos que derribar el mito de nuestra inutilidad, de nuestra incapacidad, de nuestra transitoriedad y superficialidad, de nuestra impotencia delante de un destino cruel y caprichoso, de nuestra falta de identidad y unidad, pues en cuanto vivamos según sus reglas, será realmente un escándalo amar, tener fé, perdonar, tener compasión, ser verdadero y actuar sabiamente, seremos marginalizados y viviremos como marionetas sin voluntad ni sentimientos propios, presos y manipulados por las cuerdas de una mayoría ignorante y ambiciosa...
Seamos un escándalo entonces! Quiebremos reglas, derribemos mitos, abramos puertas y ventanas, recorramos otros caminos, lancémonos al abismo de la verdad, de la libertad, y llevemos a otros con nosotros, sin miedo, porque de este abismo aparente -porque es aparente- saldremos fuertes y sabios, y seremos capaces de transformar los erroes pasados y actuales en futuro para todos.

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