domingo, 18 de agosto de 2019

"Síntomas"

    Mareos, dolor de estómago, temblores, debilidad, náuseas, taquicardia, respiración acelerada, pecho apretado, ganas de llorar... miedo... La lista es inmensa... Quien está en medio de una depresión sabe bien lo que son estas manifestaciones y lo que son capaces de hacernos... Parecen castigos que nos auto imponemos por algún motivo -todos tenemos uno o más- para evitar que disfrutemos, que tengamos paz, que nos relajemos, que tengamos relaciones tranquilas, que llevemos una vida equilibrada y sin sobresaltos fuera de los normales... ¿Pero por qué nos castigamos así? ¿Para qué?... Por alguna razón pensamos que no merecemos ser felices, estar tranquilos, gozar cada día como se presenta, con sus episodios buenos y con sus tropiezos. No, para nosotros, cada inconveniente se transforma en una tragedia y ésta en una puerta para un mar de suposiciones catastróficas en un tiempo que ni siquiera existe todavía. Nos volvemos prisioneros de estos síntomas, nuestro cuerpo es el foco de toda nuestra atención y recelo y así vamos encerrándonos, tragándonos todo este veneno (sobre todo si no tenemos tratamiento psicológico) transformando nuestra existencia en un perpetuo sufrimiento que puede llevar a algunos a hacer cosas extremas y dañinas... Menos mal que yo no estoy entre ellas. No quiero ni pretendo tomar anti depresivos, pero esto me cuesta un esfuerzo inmenso, que casi consume todas mis energías y mi voluntad, mi tiempo de estar haciendo otras cosas positivas, saliendo, comunicándome, produciendo lo que conozco y hago bien... ¿Qué pasó conmigo? ¡Yo no era así! Yo salía sola -ahora tengo recelo hasta de salir del departamento, pero lo venzo y salgo a la calle a hacer lo que tenga que hacer- era aventurera, creativa, productiva, saludable, animada, valiente... Supongo que todavía lo soy, pero estoy pasando por este período negro y opresivo que me mantiene prisionera en un agujero con todos estos síntomas que destruyen cada ocasión (antes o después) de pasarlo bien, de reírme, estar feliz y tranquila... Y lo más injusto es que todos ellos no son verdaderos. Quiero decir, en realidad son creados por mi cabeza. Los siento, pero en realidad no significan nada malo. No estoy enferma de nada, pero vivo pendiente de cada pequeña manifestación de mi cuerpo, mucho más de las negativas que de las positivas... Porque, sí, las hay positivas, pero como que yo las dejo pasar en blanco,  no las celebro, no las disfruto completamente, en vez de concentrarme en ellas para probarme que sigo ahí, que esa Paz está viva y deseando salir y volver a vivir como antes.
    No se puede desistir, por más difícil que parezca a veces, porque lo mejor de nosotros continúa allí, esperando, debatiéndose, luchando y empujándonos para salir y manifestarse, para que nos reconozcamos con todas nuestras fortalezas y valores, con nuestra alegría y creatividad, con nuestro coraje y equilibrio, y se los mostremos al mundo, pero, sobre todo y antes de más nada, a nosotros mismos.

Nenhum comentário:

Postar um comentário