domingo, 1 de maio de 2016

"Hora de la zona muerta"

    Bueno, ya empiezo avisándoles que durante las próximas dos semanas no voy a publicar nada, pero no se preocupen que luego continuaré con nuestro encuentro semanal. Es que voy a estar reconstruyendome, buscando nueva inspiración, dejando mi espíritu pasear por ahí para llenarse e nuevas ideas y fuerzas. Entonces, no se extrañen ni se preocupen porque va a ser para mejor.
    Y sin más demoras, aquí va la última crónica antes de este "viaje" a mi centro.



    ¿Qué es esa hora-limbo de las dos y media o tres de la tarde?... Yo la llamo "la hora de la zona muerta", como la película, porque realmente es un tiempo muerto -mismo que estés en tu trabajo- parado, un puente entre dos jornadas activas y definidas. Yo duermo siesta religiosamente todos los días -como Pablo Neruda, que era capaz de dejar al presidente de la república hablando solo para irse a dormir- y no es de aquellas recomendadas de 20 minutos a media hora. No, ¡la mía empieza a la una y media y va hasta las tres o tres y media de la tarde!... Bueno, en verdad yo me despierto más o menos a las dos, pero luego soy invadida por esa sensación de entretiempo, de algo indefinido y perezoso que toma cuenta de todo, entonces me quedo tendida en la cama, dormitando, escuchando el ruido de la ciudad, divagando, sintiendo los minutos pasar... ¿Qué se hace a las dos de la tarde, a final de cuentas, mismo atrás de un escritorio?... Uno como que no tiene ganas de nada. Está soñolienta, en plena digestión, como aturdida y lacia, la mente medio vacía, un extraño aburrimiento que lo inmoviliza. Todo está lejos. Nada tiene importancia. Cuesta encontrar un motivo para despegarse de la cama y continuar la jornada...
    Una de mis perras, fielmente tendida en el suelo a los pies de la cama, cual reloj se a cerca y sube las patas para despertarme. Yo estiro la mano y le hago unos cariños medio torpes. Le doy una mirada al reloj: las dos y media... Me doy media vuelta y cierro los ojos otro poco.

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