domingo, 26 de julho de 2015

"Las historias por detrás"

    Un poquitín atrasada, pero aquí estoy, cumpliendo con mi ritual de la semana. Es que anduve medio ocupada y entre ayer y hoy tuve un verdadero ataque de inspiración, entonces me dediqué a escribir todos los cuentos que se me ocurrieron -¡y siguen ocurriéndoseme!- antes de que se me olvidaran, porque no hay nada peor que tener una idea y, por no trabajar en ella luego, se te olvide... Eso es la muerte. Inclusive, conseguí acordarme de una que había anotado y no conseguía recordar porque dejé el apunte que hice demasiado tiempo en remojo... Pero hoy estoy feliz, porque quebré mi propio record: ¡11 cuentos cortos en dos días!... Tengo material para dos o tres semanas, porque tampoco quiero atiborrarlos con tanta historia de una vez, verdad?... Entonces, vean si se dan un tiempito y van a pazaldunate-historias.blogspot.com y las leen.
    Por el momento, aquí va la crónica de la semana. Espero que la disfruten!


    Siempre me han fascinado las historias por detrás delas personas y sus actitudes y opciones, porque es en ellas donde podemos descubrir quiénes son y por qué hacen lo que hacen y están donde están... No recuerdo si en Brasil había tanta divulgación de este tipo de cosa, pero sé que aquí en Chile aparecen a cada rato programas de televisión, revistas y periódicos, y todas ellas logran tocarme y conmoverme profundamente porque tienen algo de heroico, de ingenuo, de esperanza y fe que parece mover a sus protagonistas y que los vuelve dignos de admiración.
    El otro día estaba viendo un programa de talentos en el cual se contaba la historia de los participantes y cómo llegaron hasta el escenario. Yo estaba un poco impaciente porque la calidad de los supuestos artistas no era nada buena. Eran personas pobres, ignorantes, feas, mal vestidas, que venían de lugares distantes, de poblaciones, de villas o áreas de la periferia donde vivían al tres y al cuatro con la delincuencia, la falta de estructura y los desastres familiares y municipales. En las filmaciones, los escenarios parecían todos iguales: pasajes con plazas sucias y agonizantes, casas diminutas y atiborradas, con paredes rojas y verde limón, patios desordenados y llenos de cachivaches, veredas quebradas, mercaditos en garages... Pero de repente, no sé por qué, todo esto empezó a cautivarme, a conmoverme, a hacer sentido. Los testimonios, los rostros, las habitaciones, las calles... Y poco a poco me fui envolviendo, empatizando, consiguiendo ponerme en el lugar de estas personas y empezando a entender sus sueños, sus intenciones, sus ansias, sus pequeños e invaluables éxitos... Y de pronto me di cuenta de cuál era la verdadera intención de aquel programa de talentos. Pues justamente lo que yo veía y sentía en ese momento: darle aliento a un sueño -aunque éste no estuviese acompañado de un gran talento- cambiarle la vida y las perspectivas  esta gente, brindarles su pequeño instante de gloria y brillo para que pudieran seguir adelante, para que continuaran creyendo en ellos mismos. Había que tener una cierta capacidad, un nivel mínimo para subirse al escenario, sin embargo, percibí que aquello no era realmente lo primordial para participar. Era más bien una "fachada", la disculpa para entrar en la vida de esta gente y cambiarles un poco su existencia dura y sacrificada, con tan pocos placeres y recompensas. Y lo más genial era que la mayoría de los participantes eran personas así, necesitadas, luchadoras, a su manera idealistas, valientes y optimistas. Entonces, el programa funcionaba como miel para las abejas... ¡Y cómo hay de estas abejas en el mundo!.
    A partir de ese momento, toda mi perspectiva sobre el programa cambió radicalmente. Ya no me fijaba en lo desafinado que cantaban o lo mal vestidos que estaban, sino en la historia de coraje, fe y persistencia de cada uno. Definitivamente, tenía mucho que aprender de ellos.
   

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