domingo, 14 de setembro de 2014

"Esta señora"

    La primavera está asomándose, tímida todavía, pero llena de fuerza y de promesas. Todo se llena poco a poco de botones, hojas nuevas, brisas frescas y perfumadas, sonrisas y esperanzas. Los pájaros vuelven a cantar, como heraldos del cambio de estación, y nosotros empezamos a sentirnos más jóvenes, más optimistas, menos mortales y más cerca de la naturaleza... Realmente, la primavera puede operar milagros.
    Después de la lluvia y el frío de ayer, hoy amaneció un día esplendoroso. ¡No parece la misma ciudad! El suelo está mojado aún, pero el cielo está azul, radiante, y un sol cálido entibia nuestros huesos y corazones. Así da gusto sentarse a escribir, sabiendo que en cualquier momento puedo levantarme y salir a la terraza a admirar el paisaje y recibir los rayos del sol...


    Es realmente extraño sentirse joven y, al mirarse al espejo, encontrarse con una señora de 58 años... Llega a ser chocante, y hasta medio angustioso, esta colisión entre lo que se siente y lo que se ve. No digo que no sienta los efectos de la edad, pero mismo así me impacta depararme con esta mujer tanto más vieja de lo que yo me siento... Tal vez  mi juventud "subjetiva" venga de mis ojos -y no sólo de su brillo, sino también de su mirada, de cómo ven el mundo- tal vez del hecho de que tengo tantos planes, objetivos y sueños. Tal vez de mantenerme aún tan creativa y activa (a pesar de que a veces me cuesta un poco, tengo que admitirlo) A lo mejor por sentirme apasionada, entusiasmada, feliz con lo que tengo, lo que hago, lo que he conseguido, con lo que soy. Puede ser también que la juventud que siento en mí venga de esas ganas de ayudar, de aprender, crecer, de buscar y vivir la felicidad, de disfrutar el tiempo, los encuentros, las lecciones. Siento que todavía vive en mí esa niñita atenta y mágicamente sorprendida por los milagros de cada día, que aguarda con fe y conversa con Dios sin fórmulas ni recelos. A pesar de la experiencia, el dolor y una cierta crueldad y frialdad que el tiempo pueda haberme traído, sé que aún conservo un alto grado de inocencia y fantasía, de espíritu lúdico, que tornan mi vida optimista y abierta a la aventura, a la exploración, a la novedad de lo banal y lo pequeño... Entonces, con toda esta carga interior, que sé que se refleja en mis actitudes, es sumamente extraño mirarme  al espejo y ver a esta señora mirándome desde el vidrio con esa cara de sorpresa. Porque mi corazón dice otra cosa, ciertamente. ¿A quién debo creérle, entonces?... Porque sin importar lo que sienta, el hecho es que el tiempo pasa y es así como luzco para el mundo. Y me pregunto, mirando el fondo de mis ojos brillantes en el espejo: ¿quién va a ganar, al final? Claro que no voy a conseguir esquivar a la muerte, pero supongo que lo que importa no es huírle, sino cómo enfrentarla y aceptarla... Entonces, que venga gentilmente y me tome en un abrazo reconfortante y lleno de promesas, con la certeza de un reencuentro con aquellos que amé.
    ¿Será que todos los que se están poniendo viejos tienen este tipo de reflexiones?... Espero que sí, porque son sumamente reconfortantes.

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