terça-feira, 8 de novembro de 2011

"Miedo o amor"

   Ya sé que he andado medio desaparecida estos últimos días, pero es porque las cosas andan medio complicadas por aquí, entonces es un poco difícil conseguir tiempo y dejar que la inspiración fluya. Pero como hoy día es el aniversario de Ibiporã y tengo algunas horas libres antes del maldito desfile  de todos los años (que esta vez será, no temprano en la mañana, sino a las 19:00h... No me pregunten de quién fué la idéa, pero como el desfile es siempre una lata absoluta, en realidad dá lo mismo a la hora que séa) créo que voy a dar cuenta de postear las dos crónicas, la del blog y la del diário, y hasta voy a tener tiempo de dar una dormidita después de almuerzo porque ayer en la noche, entre mi vecino que pone el despertador a las 3 de la mañana (créo que tiene que levantarse tan temprano para ir a la chacra) y algún gato desgraciado que inventó pasearse por mi patio y dejó a las perras locas corriendo y ladrando, amanecí completamente para la cagada. Entonces, si pretendo no tener un faniquito bien en medio del desfie, es mejor que trate de descansar un poco antes de ir para la fundación... Es divertido cómo ese tipo de cosa, más algunas otras que están demorando mucho para definirse, lo afectan a uno para desempeñar cualquier actividad. Yo, sin dormir, soy como el Titanic hundiéndose en el mar, y no existe rezo que me haga flotar de nuevo!... Debe ser la edad llegando, no? Los viejos parece que están siempre buscando algún rincón para tirarse una siestecita. Bueno, también puede ser el cansancio normal de fin de año, o entonces el stress de esta otra situación que no se resolve luego (calma, ya van a saberlo todo!) pero últimamente ando cayéndome sola de tanto sueño y falta de energía.
    Entonces, antes de sucumbir a esa sensación de arena cerrandome los ojos, aquí vá la crónica de la semana.

    Nuestros disfraces son numerosos, uno para cada ocasión, simples o elaborados, permanentes o esporádicos, pero siempre a la mano, como una carta escondida en la manga... Y por qué los usamos? Para defendernos, para esconder debilidades, humillaciones, fracasos, para crear ilusiones de éxito y poder, para seducir, para manipular. Pero en realidad, todas las razones se remiten a una sola: miedo. Quien se disfraza lo hace porque recela mostrar su verdadera faz, porque no quiere correr el riesgo de dejar el corazón expuesto, sin saber que éste es fuerte y determinado y que soportará todas las probaciones que le séan impuestas. No confiamos en él porque no confiamos en nosotros mismos ni en los demás, entonces preferimos engañar y ser engañados para vivir en una paz fictícia... Pero Dios sabe cuál es nuestra verdadera cara y, no importa de que laya nos la pintemos, El  siempre nos reconocerá y nos llamará por nuestro nombre. Inventamos mil motivos, disculpas e historias, pero El sabe cuál es el verdadero motivo de nuestro dolor y de nuestra felicidad. Creamos opciones, salidas y soluciones que nunca duran lo bastante, sabiendo que solamente existe un camino. Somos porfiados, vanidosos, orgullosos y queremos las cosas a nuestra manera, dentro de nuestros plazos y condiciones... Pero lo que nos atormenta es tan simple, tan básico, tan óbvio! No necesitaríamos salir por ahí contando cuentos, representando personajes, construyendo status!... Todo lo que nos aflige, nos hiere, nos aisla y nos castiga es, meramente, la falta de amor, y por eso somos víctimas de las infiitas expresiones de este mal, de todos los pecados que esta falta nos hace cometer. Podríamos describirlo de tantas formas, darle tantas caras y voces! Podríamos hacer una lista interminable de sus síntomas y efectos colaterales y afirmar que, sin duda, se no nos curamos, esta falta de amor podrá volverse una enfermedad mortal.
    Es increíble, pero todo en nuestra existencia se reduce a esta palabra: amor. Su presencia ou ausencia hace realmente toda la diferencia en la vida de alguien, porque con él puede tenerse todo o no tenerse nada, puede erguirnos o destruirnos. Todo viene del amor, vivimos por él y por él morimos, todas nuestras acciones son comandadas por el amor. Lo buscamos sin descanso a lo largo de toda nuestra vida, durante cada segundo, en cada acción y pensamiento, en cada encuentro; lo practicamos -bien o mal- lo enseñamos, lo mendigamos, somos sus dueños y sus esclavos. Todo es generado por él, mismo distorcido o extraviado. Nada hay en nosotros que no séa movido por este ideal. Podemos conocer tan sólo una parte de él o conocerlo por entero, pero nunca nos sentiremos saciados de su dulzura, de su paz, de sus milagros. Nos entregamos a él sin reservas, porque confiamos en su sabiduría y poder; o lo rechazamos porque nos hace sufrir y nos exige demasiado, pero nunca podremos olvidarnos de que él existe y espera por nosotros... El amor es el gran movimiento, el movimiento total y perfecto, pues contiene todas las acciones, todos los pensamientos, las intenciones, los esfuerzos y sueños del ser humano, de un modo o de otro. Es de donde vinimos y adonde retornaremos al final de nuestra jornada; es nuestra raíz, nuestro alimento, nuestro puerto. Cómo podríamos entonces existir sin él, sentirnos humanos, civilizados, completos, si no lo practicásemos de alguna forma?... Buscar, encontrar y vivenciar el amor es la gran misión del hombre, lo que lo torna humano y divino; es su deber y su recompensa, su filiación. Es lo que lo mantiene vivo y le confiere esa chispa divina que lo vuelve hijo de Dios.

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