sábado, 8 de outubro de 2011

"El libro de la vida"

Bueno, tengo que aprovechar bien mi último fin de semana libre antes de nuestro festival de teatro estudiantil, que empieza el próximo sábado. Van a ser diez días de correría y stress -a pesar de que todo indica que las cosas está bajo control y que no me olvidé de ninguno de esos detalles antipáticos de logística. Pero de cualquier manera sé que mi jefe vá a encontrar alguna cosa para atormentarme, entonces ya estoy medio conformada con llevar una reprimenda...- y espero que sin incidentes fuera los pequeños contratiempos normales de trabajar con aficionados. Este año el número de escuelas y grupos interesados en participar disminuyó dramáticamente, por eso, en vez te durar dos semanas o más, este año el evento tendrá sólo diez días, incluyendo los espectáculos de abertura, cierre y la noche de entrega de los premios, días en que no hay competición. Por un lado, todos damos gracias a Dios porque estamos extremadamente sobrecargados y exhaustos, pero por otro, es triste percibir la falta de interés de las escuelas y grupos. Créo que el próximo año vamos a tener que sentarnos y discutir seriamente sobre este evento, porque todo indica que la fórmula cansó y dejó de ser atrayente para el público.
Fuera eso, todos los otros eventos hasta el fin de año están civilizadamente programados y parece que vamos a conseguir llevarlos a cabo con una relativa calma, inclusive los 20 días de espectáculo al aire libre en la navidad (de ese yo estoy encargada). Sólo espero que no nos aparezca nadie con alguna sorpresita de aquellas a las cuales no se les puede decir que no porque si no, algunas cabezas pueden caer... Ya saben, cuando la orca manda, las sardinas se ponen en filita y obedecen sin soltar ni una burbuja...
De cualquier forma, voy a ver si consigo algún tiempecito para postear la crónica, pero créo que vá a ser bien difícil porque no puedo hacerlo en los computadores de la fundación porque ellos no tienen acceso a blogs. Entonces, si no consigo cumplir con este compromiso la próxima semana, ustedes van a saber el por qué.
Y pasando a cosas más agradables e importantes que decirle "sí, señor" al jefe, aquí vá la de esta semana.

    Llego a la conclusión, después de tanto tempo y altos y bajos de todo tipo, de que es imprescindible que pasemos por la experiencia, que vivenciemos todo lo que nos toca, no importa lo que séa, pues es el únco medio de aprender y crecer, de conocernos y conocer a los demás y así volvernos seres humanos mejores. No podemos negarnos a vivirla, no podemos detenerla, impedirla o manipularla según nuestras conveniencias, debilidades o planes. Toda y cualquier experiencia forma parte de nuestro crecimiento, de nuestro destino, pues la vida no es más que una sucesión de ellas -pequeñas o grandes, felices o infelices- que a veces ocurren primero en el cuerpo para después alcanzar la mente, o vice versa. Todo acontecimiento, todo encuentro, éxito o pérdida contiene una lección, tiene un objetivo y sirve para que lleguemos a conclusiones que podremos utilizar más adelante. El cuerpo es semejante a un libro en el cual registramos -conciente o inconcientemente- todas las experiencias por las que pasamos, y no tan sólo las nuestras, las actuales, sino también las ancestrais, las históricas. Cada experiencia abre una nueva puerta, desencadena un nuevo ciclo -o lo termina- nos tráe nuevas oportunidades, otras opciones, a veces sorprendentes, nos revela algún camino que nos ayuda a dar el paso siguiente, justamente porque él engloba la pregunta que nos inquieta y su respueta. Entonces, cómo podemos perfeccionarnos en el arte y en la vida si no vivenciamos las experiencias?... Tenemos que preguntar, trabajar para encontrar las respuestas, y para que esto suceda, debemos correr el riesgo de vivir, de ser y estar donde el plan divino nos coloque; debemos tener nuestos encuentros y despedidas, nuestras dudas, nuestras noches oscuras y nuestros instantes de iluminación. Trancados en algún rincón lejano, escondidos y acobardados delante de la vida y sus desafíos, moriremos, seremos inútiles, habremos perdido nuestra oportunidad de participar de la aventura que es la historia de esta humanidad y, peór, nuestra parte -única e intransferible- quedará faltando en la trama de ella y nunca sabremos su importancia. Nos preguntaremos si habríamos hecho alguna diferencia, pero jamás sabremos la respuesta.

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