quarta-feira, 17 de novembro de 2010

Momentos de gloria

Bueno, el fin de semana que pasó presentamos nuestro antepenúltimo espectáculo y, gracias a Dios, fué un éxito. Ni siquiera nosotros mismos esperábamos esa cantidad de público! (200 personas, un record!) Inclusive mi jefe vino a vernos!... Créo que la divulgação que los propios alumnos hicieron funcionó; la internet es buena para eso también... Había personas en el hall -cuando dí una miradita por la ventanilla de la cabina de sonido- que nunca había visto en el teatro, todos jóvenes vestidos de gala, bien educados y dispuestos a divertirse. No hubo ningún incidente antipático durante la presentación, como suele acontecer en otros espetáculos cuando la platéa es compuesta por jóvenes, y créo que disfrutaron de verdad la pieza. Al final, aplaudieron de pié!... Puchas, cómo es agradable ver que el público reacciona tan bien a un espectáculo nuestro!... Todavía nos restan otras dos presentaciones para terminar el año de trabajo: una del musical en este fin de semana, y el fin de semana que viene la pieza de los alumnos de la profesora que fué despedida y que yo estoy dirigiendo, y confieso que esta última me tiene medio preocupada pues, a pesar de que incluí a algunos de mis alumnos del grupo adulto en ella, la cosa todavía no está como me gustaría, pero supongo que voy a tener que resignarme, porque hay cosas que no voy a conseguir cambiar o mejorar, ya que está demasiado encima: manías, vicios y dinámicas de la otra profesora que no tienen nada que ver con mi estilo de trabajo y que, desgraciadamente, van a afectar el resultado final... En fin, tengo que recordar que se trata solamente de una presentación de final de año y que nadie se vá a morir si las cosas no salen perfectas. Estamos haciendo todo lo posible para salvar esta pieza y conseguir que los alumnos tengan su presentación  final con calidad y placer; y eso es lo que cuenta: dar nuestro mejor para que todos brillen.
    Hoy tengo agendada un delicioso masaje relajante a las 19:00 h para ver si mejoran un poco estos dolores en el cuerpo que están robandome el sueño, literalmente. Hice una batería de exámenes para ver de qué se trata y encontrar una solución que mejore mi calidad de vida, porque la cosa está féa, se los aseguro! Sólo espero que no se trate de ni un tipo de enfermedad degenerativa y sí de artrosis o reumatismo que, a pesar de ser degenerativas también tienen tratamientos, remédios y ejercícios que pueden volverlas más soportables. Porque no tengo la menor intención de quedarme paralítica todavía! Tengo muchas cosas que hacer!... Ya basta haber descubierto que tengo talasemia, caramba! Y qué es la talasemia? Pues una falla genética en los glóbulos rojos -o las hemacias, no pesqué bien esa parte- que hace que uno tenga anemias recurrentes. Bueno, menos mal que en mí la cosa se declaró en su forma más suave, que no casi tiene síntomas y sólo necesita de una reposición de fierro y ácido fólico a cada tres meses... Como pueden ver, mi familia anduvo conspirando genéticamente contra mí. Talasemia, diabetes e artrosis o reumatismo... Mmmmm, debo estar pagando algún pecado muy grande y muy viejo, ustedes no encuentran? Pero la purificación siempre es buena: nos ayuda a ser mejores, a aprender compasión y paciencia, y nos hace avanzar más rápido hacia el sueño de perfección.
    Y aprovechando que las manos no están doliéndome mucho, ya voy a postear la crónica de la semana (no me pregunten cuál!)


    En el jardín arruinado y seco de la casa abandonada, tomado por las hierbas salvajes y la basura, por el olvido y los vándalos que pintaron palabrotas y dibujos obcenos en las paredes descascaradas y medio desmoronadas, el ipé amarillo florece. Porque este es su momento. Las ventanas de vidrios quebrados, que más parecen los ojos de un ciego, el portón oxidado y sin goznes, la puerta carcomida y ya blanca por las lluvias y el sol y las paredes despintadas y enmohehcidas no tienen poder suficiente para impedir su florecimiento; entonces, él nos brinda -en medio de la miseria y el abandono que lo circundan- con este espectáculo de absoluta belleza allá, al final de la cuadra, coronando la esquina como un guardián del paraiso, firme y recto, desafiante. Pues, quién osaría mirar la decadencia a su alrededor delante de sus colores, de su armonía, de la luz  que de él se desprende en este final de tarde y que parece poner fuego en los racimos de amarillo vibrante? Un amarillo de victoria, de perfección, de descubrimiento y milagro... Es su momento de gloria y nada puede impedirlo; esperó pacientemente por él, pasando por todas las etapas, las estaciones y barreras, por lluvias y días fríos, por chiquillos sin consideración, por perros y hormigas, hasta que, finalmente, su hora llegó y él impera, magnífico, en el paisaje. Después volverá a ser un árbol apagado en el patio de una vieja casa  abandonada, pero hoy es un milagro para nuestros ojos y yo vuelvo la cabeza para contemplarlo otro poco mientras me alejo por la calle... Entonces, reflexiono: Cuántos de estos momentos nosotros tenemos a lo largo de nuestra existencia? Cuántas veces podemos transformarnos en un glorioso ipé florido que embelleza el escenário y toca el corazón de los hombres a nuestro alrededor? Cuánta perseverancia y fuerza somos capaces de reunir y poner en movimiento para conseguir pasar por todos los procesos y dificultades hasta alcanzar nuestra belleza absoluta?... Pues no importa cuánto ella dure o si después del apogeo tornamos a ser pequeños y banales, lo importante es que acontezca, pues la transformación que ella tráe -para nosotros mismos y para los otros- es algo que permanecerá para siempre.
    Mañana, las flores amarillas cubrirán el suelo alrededor del ipé y nuestros zapatos las aplastarán, apagando su brillo y su magia; el árbol se quedará silencioso y obscurecido, desnudo, retorcido... Pero hoy día, en este instante preciso, el ipé amarillo es el rey de la creación.

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