sábado, 7 de abril de 2012

"Granos buenos, granos malos"

Y ahora todos los días parecen feriado!... Esto es de veras fabuloso, pero por eso mismo estoy teniendo que reorganizar mi vida, porque después de 25 años seguidos trabajando en la Fundación no es tan fácil así quedarse en la casa el día entero sin nada específico que hacer. Créo que voy a tener que cuidarme para no ponerme floja, comilona  ni descuidada con la apariencia!... Es bien raro -y delicioso también-  quedarme en la casa por las tardes y poder organizar mi día como se me antoje, disponiendo de todo mi tiempo para escribir, escuchar música, pasear, meditar... Es un tremendo cambio, es verdad, y espero ajustarme bien a él, pero como las etapas tienen que cumplirse para que mi vida continúe, recomience y se renueve, la cosa es esa. Hay que seguir adelante, trazando nuevos planes. Ya fueron dos: primero el marido, después el trabajo,en seguida será la casa, el país; los amigos, calles, estaciones, descubrimientos, reencuentros... Lo que más me admira es el coraje que estoy teniendo para realizar este sueño. Nunca me concentré tanto en un objetivo, nunca tuve tanta fé, tanto optimismo, tanta perseverancia, tanta paciencia y disposición; nunca estuve tan convencida de que una actitud radical a este extremo valdría la pena. Y sé que la valdrá.
    Falta la última parte del plan, pero desgraciadamente, ésta no está solamente en mis manos, entonces sólo me resta rezar, hacer barra, mucha barra, y mantenerme activa, productiva, interesada. No pretendo ponerme como todas esas personas que empiezan a sentirse inútiles y vacías después que paran de trabajar! No, por el contrario, ahora es el momento de reunir fuerzas, optimismo, creatividad y salud física, espiritual y financiera para dar este último salto hacia la felicidad!.

    Siempre me fascinó la destreza y velocidad con que las dueñas de casa o las empleadas consiguen escoger los porotos o el arroz, separando con firmeza y sin equivocarse los granos obscuros, secos, quebrados o manchados de los enteros y saludables encima de una mesa limpia. Los ojos ni siempre están fijos en la taréa, pues parece que ellas consiguen sentir en la punta de los dedos el grano defectuoso, entonces se dan al lujo de conversar, vigilar a los niños o la tetera en la cocina, escuchar la máquina de lavar allá afuera o el camión de la  basura que se acerca por la calle sin perder la eficiencia ni la rapidez. Los dedos se mueven, con experiencia y levedad y el montón de porotos limpios y suculentos vá creciendo mientras otro menor vá siendo tirado a la basura sin el menor remordimiento, porque ellas saben que un grano malo no sirve y que es solamente con los buenos que prepararán un plato delicioso para el almuerzo de la familia...
     Y hoy en la mañana, fuí yo quien se sentó en la mesa de mi cocina, toda blanca y recién limpiada, para realizar esta taréa que, no sé por qué, tiene un qué de terapia relajante, de serenidad, concentración y simplicidad que parece alejar todas las preocupaciones de nuestra mente, que sólo se concentra en la inspección y separación de los granos estragados para que los buenos vayan a la olla... Entonces, en medio de aquella taréa y percibiendo cómo es fácil distinguir los granos damnificados de los que sirven, empezó a ocurrírseme que nosotros, en realidad, tenemos la misma percepción y eficiencia para ver y dejar de lado las cosas erradas en esta vida, nuestras propias faltas, nuestra cobardía, nuestros miedos y actitudes egoístas y mezquinas. Pues no son éstas como granos que no sirven para hacer un plato de comida? Y así como podemos escoger y botar aquellos y quedarnos solamente con los buenos, que nos alimentarán y nos darán fuerza, ayudandonos a crecer y desenvolvernos física y mentalmente, créo que también podemos aprender a distinguir y separar lo que nos faz mal, lo que nos aparta del buen camino, de la compasión, de la comprensión, de la unión. Y lo mejor es que de esta forma no alimentaremos tan sólo nuestro propio corazón con buena comida, sino que también alimentaremos el de los otros que, con certeza, van a querer repetir el plato y hasta aprender la receta!

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