domingo, 11 de dezembro de 2011

"Tránsito"

Y después de dos semanas de silencio y suspenso puedo, finalmente, decir que todo en mi vida empieza a resolverse y a desenredarse, corriendo como un río sin piedras (por lo menos unas no tan grandes!)... Quien apostó en un divorcio acertó y, gracias a Dios, todo transcurrió bien, armoniosamente, a pesar de que al principio parecía lleno de malos resentimientos, miedos y desconfianzas. Pero créo que como somos dos adultos pudimos darnos cuenta y admitir que las cosas no estaban funcionando y que la separación era la salida más civilizada. Yo no le deséo mal a nadie, pero también quiero ser feliz, sentirme realizada y tranquila, y cada día que pasa me queda menos tiempo para conseguirlo, entonces no tengo tiempo que perder. Tengo que aprovechar todas las oportunidades!... Espero sinceramente que, así como yo tengo planes y proyectos para el futuro, y coraje, fé y ánimo para tratar de hacerlos realidad, mi esposo también encuentre un nuevo camino para su vida. Desgraciadamente, no será a mi lado... Hasta mis hijos concordaron en que fué la decisión cierta a tomar! Y miren que yo estaba bien preocupada con la reacción de ellos, a pesar de que ya son audltos y tienen sus propias vidas con que preocuparse. Bueno, ustedes ya saben, un hijo es siempre un bebé indefenso para los padres, no es verdad?...
    Todavía faltan algunas etapas de esta jornada, pero créo que van a correr con una cierta facilidad, pues el primer paso -y el más importante- ya fué dado con éxito y no tiene retorno, entonces lo que queda por hacer es levantar la cabeza, respirar hondo y continuar por este camino enfrentando las dificultades, las novedades y las incertezas que significan recomenzar la vida a los 55.
    Y como todo ya está más definido y tranquilo y estoy a punto de salir de vacaciones, puedo volver a mi rutina con los blogs y las crónicas. Estoy medio desanimada con el diário porque ya hace cuatro meses que no me publican nada, pero puede ser algún tipo de indirecta para que pare de ahogarlos con mis textos cada semana. Todo en mi vida está lleno de significados, mensajes y simbología últimamente, y no puedo dejarlos pasar por alto porque están siendo como luces que me guían durante esta transición.
    Entonces, volviendo a la dulce rutina, aquí vá la crónica de esta semana, dedicada especialmente a la Sol, mi hermana del alma, de la cual nunca me olvido a pesar del silencio y la distancia. Gracias por el apoyo, hermanita, y ten por cierto que siempre seremos como una sola!.

    Definitivamente, los seres humanos somos criaturas en tránsito, siempre envueltos en procesos, en constante movimiento físico, mental y espiritual, queriendo alcanzar algo, ir más allá, llegar más adelante. Pero pienso que, a pesar de las ansias de ganar estabilidad e identidad definitivas como un requisito para sentirnos seguros, lo que más debería importarnos no es de dónde vinimos o para dónde vamos, porque estas son solamente referencias, puntos fijos de partida y llegada, espacios y tiempos muertos porque demasiado definidos y estáticos; lo que verdaderamente es importante, interesante, lo que nos hace realmente crecer y aprender, es el proceso, el recorrido entre estos dos puntos "muertos": el tránsito. Y cabe a nosotros percibir y aprovechar esta caminada, que puede traernos informaciones, descubrimientos y encuentros capaces de cambiar nuestro destino. Cuando se parte hay una expectativa, una incerteza, pues todo está para ser hecho a partir de la inmovilidad, de la intención. Cuando se llega, esto no  existe más, la búsqueda termina, el ciclo se completa y tenemos que proponernos nuevos objetivos y partir para otros procesos.
    El bailarín marca el paso de su coreografía: primero está en el suelo, depués de pié, listo para una pirueta, entonces la ejecuta y regresa a la inmovilidad que la inició. El tiempo y la acción entre estos dos momentos pre-determinados del movimiento, ya visualizados respecto a impulso, equilibrio, tiempo y espacio (el plano imprescindible) es pasado por alto. Queda entonces este vacío, esta ausencia de conciencia, este agujero inexpresivo, sin ninguna importancia aparente. Sin embargo, este lapso, este tránsito que envuelve el proceso de ejecución, y que nos pertenece por completo, en el cual todavía no decidimos nada y del cual mal tenemos conciencia, focados como nos encontramos en el resultado final, es lo que tornará  el final de nuestra acción un éxito o un fracaso. Solamente tenemos la noción del punto de partida a medida que nos alejamos de él y del puntto de llegada mientras nos acercamos a él, pero durante el tránsito somos capaces de evaluar nuestro potencial, nuestras posibilidades, las consecuencias de nuestras acciones, nuestra capacidad de asimilar y aprender lo que el proceso tiene que enseñarnos, de avanzar, de encontrar caminos y respuestas, porque no estamos estáticos, sino en movimiento simultáneo con la creación. Este es el tiempo de las preguntas, de las transformaciones, de las percepciones, del aprendizaje real, porque estamos cien por ciento vivos y atentos.
    El secreto del conocimiento y el aperfeccionamiento se esconde en el tránsito y en la percepción y provecho que conseguimos sacarle, tal vez debido al hecho de experimentar el tiempo real de los acontecimientos, de asumir y vivenciar las dudas y los cambios con serenidad y libertad. Tal vez hasta de acercarse a la muerte inevitable que nos aguarda el final de cada ciclo y nos abraza todas las veces que alcanzamos nuestro objetivo. Entender y aceptar estas muertes porque vemos la posterior resurrección nos vuelve osados, nos lleva a vivir experiencias radicales y profundas, absolutamente verdaderas y únicas. Es entonces que nos damos cuenta de que nuestro punto de partida es siempre una resurrección, pues venimos de una muerte anterior. Cuando partimos no sabemos nada, estamos llenos de dudas y recelos. Cuando llegamos, no necesitamos preguntar nada más, porque todo lo que tenía que ser aclarado, respondido y comprendido ya aconteció.
    Créo que, de una cierta forma, las definiciones pueden paralizarnos si permitimos que se acomoden dentro de nosotros y nos impidan continuar caminando, creciendo. Mientras estamos en tránsito permanecemos en constante movimiento buscando, pasando por etapas sucesivas de descubrimiento y conclusión.. Intentamos todas las posibilidades e llegamos a la respuesta asombrosa de que nada es, en verdad, definitivo, nada está parado. Vida y muerte no son inicio y fin, mas segmentos ininterrumpidos de una energía infinita y perfecta. Nosotros estamos en el medio de "algo", del "todo", de la "nada", del tránsito de la propia creación.... Estupefacción, tristeza, revelación, beatitud, resignación, conciencia de lo pasajero, de lo efímero, de alguna forma inmaterial: con esta carga de sentimientos respecto a nuestra existencia y nuestro aprendizaje, nos reposicionamos en la histotia. Con certeza, somos el paradoxo por excelencia, la ambivalencia perfecta, porque el tránsito así lo permite, dandonos la oportunidad de escoger... Lejos, cerca. Hombre, mujer. Santo, demonio. Cuerpo, espíritu...

Nenhum comentário:

Postar um comentário